Montreal es la ciudad más grande de la provincia de Quebec, en Canadá. Si grande es en tamaño, así mismo lo es en creatividad, colores, cosas para hacer y lugares para visitar. Luego de haber estado en Toronto, que es una ciudad bastante cosmopolita, llegar a Montreal te saca de momento de lugar. Entre la gente hablando francés y el estilo europeo de algunas callecitas es difícil de repente ubicarse aún en América.
Si fuéramos a buscar un par de palabras que describan a Montreal diríamos que son arte y color. En cualquier esquina te puedes topar con alguna instalación llena de color o algún evento artístico. Vimos desde un señor dibujando sobre un pedazo de madera utilizando como lápiz los rayos del sol que atravesaban una lupa, hasta la famosa instalación de las Bolas Rosadas que cubren toda la calle Sainte-Catherine.
Esta es una de esas ciudades en las que unos cuantos días simplemente no son suficientes. Recomendamos comenzar dando un paseo por Old Montreal, que son unas callecitas adoquinadas que nos remontaron a alguna ciudad europea. Está llena de restaurantes y artistas callejeros. Por ese camino se llega al Old Port y si el clima apremia se puede sentar uno a simplemente observar el paisaje o hacer un picnic en la grama.
Para los que disfrutan de visitar museos, el Museo de Bellas Artes de Montreal es uno de los que más nos hemos disfrutado. Desde la estructura hasta las obras. En los alrededores también cuentan con varias instalaciones perfectas para tomar fotos. Si lo que buscas es un lugar perfecto para tomar fotos llenas de color puedes visitar el Palacio del Congreso. Allí tienen una pared de cristales de colores que es imposible ir y no tomar un par de buenas fotos.
Como siempre, comer es parte de nuestra experiencia en cada destino. En Montreal visitamos el Mercado Jean-Talon, que es el más grande de Norteamérica. Allí hay de todo para comer. Desde platos ya listos, postres, hasta frutas y vegetales frescos. Para culminar la experiencia culinaria de Canadá no podíamos dejar de probar el famoso poutine y algún dulce de syrup de maple que los ves en cada esquina.
Para una primera vez en Montreal no podemos quejarnos. Vimos y probamos bastante. Aunque nos faltaron cosas por conocer, si de algo estamos seguros es de que Montreal es una de las ciudades más felices y coloridas que hayamos visitado.