Los cuentos de bosques mágicos y castillos de colores parecían pura ficción hasta el día que visitamos Sintra, una región de Lisboa, Portugal, que queda a poco menos de una hora en tren desde el centro de la ciudad donde se concentra mayormente el turismo.
La verdad es que llegamos a Lisboa sin muchas cosas en la agenda, así que nos dejamos llevar por las recomendaciones del concierge del hotel. El hecho de que este fuera insistente en cuanto a la importancia de visitar esta región fue lo que nos convenció a hacer el viaje. No sabíamos qué nos esperaba allá y de repente estábamos en uno de los lugares más fantásticos que hayamos visitado: El Castillo de Pena y su jardín.
Cuando uno viaja, especialmente a Europa, se topa con muchos castillos, palacios, jardines y ostentosas estructuras arquitectónicas que en siglos anteriores funcionaban como hogar de reyes y gobernantes. Sin embargo, ninguno había sido tan particular como el de Pena en Sintra. Un castillo pintado de diferentes colores el cual puedes recorrer por adentro y ver aún los salones con los muebles y utilería original.
Aún con lo maravillados que estábamos con todo esto del castillo, nada iguala su jardín, que para explicarlo mejor es como un pequeño bosquecito. Un bosque que parecía encantado. Seguramente en un día de sol y cielo despejado es otro el panorama, pero a nosotros nos tocó en un día un poco frío y mucha de neblina. Quizás eso lo hizo mucho más especial.
Explicarlo es un poco difícil y estamos convencidos de que las fotos no le hacen justicia a los increíble que es. Así que si algún día regresamos a Lisboa, seguramente nos volveremos a montar en un tren camino hacia Sintra en busca de magia, misterio y más colores.
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