La segunda vez que uno visita una ciudad casi siempre la encuentra diferente. No necesariamente es que ha cambiado, sino que la recorres con más seguridad, más conocimiento y menos dudas. Así que la segunda vez que fuimos a Tokio la experiencia fue aún más increíble que la primera.
Tokio es una mezcla de lo ultra moderno y lo tradicional. Y a pesar de ser una de las ciudades más pobladas del mundo, si no es que es la más poblada según algunos datos, la desorganización no se percibe como en otros destinos. El extremo orden de los japoneses se palpa en cualquier esquina. Desde la fila para tomar el tren o el autobús, hasta la limpieza de sus calles. Si fuéramos a darle una calificación a las ciudades que hemos visitado, Tokio seguro es una de las notas más altas.
Un par de días apenas dan para conocer todo, pues además de ser una enorme ciudad, hay demasiado para ver y hacer. Una de las actividades más interesantes es caminar por el cruce de Shibuya, el más transitado por peatones del mundo. Se estiman que cada hora cruzan alrededor de 100,000 personas. Es un deleite ver el gentío y sumergirse en él.
Para conocer un poco más la parte espiritual puede uno visitar el santurio Meiji y el templo Senso-ji. Si quieres explorar el lado ultra moderno, visitar Odaiba puede ser la opción perfecta. Es una enorme isla artificial que conecta con la ciudad a través del Puente Rainbow. En la isla hay un parque de diversiones, un robot gigante, la Estatus de la Libertad de Tokio, un centro comercial, entre otras atracciones producto del mundo moderno.
Para ir de compras, Shibuya y Ginza son los sectores predilectos. Y si quieres toparte con alguno que otro "friki", que son los jóvenes que practican el Cosplay, el área de Harajuku está repleta de estos. Solo basta con darse la vuelta cuando cae la tarde para observar la creatividad y empeño que ponen en sus disfraces.
No puede uno irse de esta ciudad sin experimentar el rush del Tokio Station. Sin embargo, Tokio es una ciudad muy civilizada, por lo que el hecho de ser una de las más pobladas, tener una de las estaciones de trenes más concurridas del mundo y ser una de las principales metrópolis no significa que haya caos. Al contrario, la serenidad, amabilidad y simpatía de los japoneses nos enamoraron desde la primera vez que visitamos este lado del mundo.
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