Si hay una ciudad europea que está llena de clásicos es Viena. Y si de música se trata, la capital de Austria no solamente es donde nació el vals, sino que fue donde vivieron y compusieron sus grandes piezas músicos como Mozart y Beethoven. Igualmente es la ciudad más chic que hayamos visitado. Desde la forma de vestir de los locales hasta el estilo de los edificios. Todo es elegancia en Viena.
Antes de comenzar a conocer la ciudad y explorar sus estructuras hicimos una visita a Demel. Esta no es cualquier pastelería. Tiene más de 200 años y ha servido los más exquisitos dulces a la realeza de Austria desde sus comienzos. Basta con llegar a cualquier hora para conocer porqué es tan famosa. Tiene tres pisos y aún así hay que hacer fila para conseguir mesa. Entre sus postres pedimos el famoso Sacher Torte, que es tan importante que hasta un día nacional tiene. Detrás de este bizcocho de chocolate hay toda una historia.
Ya habiendo saciado la curiosidad y las ganas por el bizcocho de chocolate de Demel, visitamos la Catedral de San Esteban. Está situada en la Stephanplatz, que significa Plaza de San Esteban. Este es el centro de Viena, por lo que es una plaza súper concurrida a todas horas del día. Tuvimos la suerte de que nuestro cuarto de hotel tenía una espectacular vista a la catedral y pudimos comprobar que es verdad, la plaza siempre está llena.
Otras estructuras para al menos pasar a ver son el Palacio Hofburg y el Parlamento. El Hundertwasserhaus, que muy complicado se nos hizo pronunciarlo, es un edificio que se terminó de construir en el 1986 y llama la atención por su forma y colores. No es otra cosa que apartamentos donde vive gente, pero su apariencia atrae a los turistas y la verdad es que nos pareció muy interesante. Viena por lo general tiene muchas estructuras antiguas y esta sobresale entre todas.
Además de ser una ciudad clásica y elegante, Viena es muy romántica. Hace un par de años la ciudad sería la sede del festival Eurovisión y como parte de su preparación cambiaron los diseños de los semáforos para los peatones. En lugar de salir un simple muñeco caminando, lo sustituyeron con parejas heterosexuales y homosexuales caminando de la mano. A los diseños le añadieron corazones. Desde entonces los semáforos de Viena son, además de románticos, una atracción más para ver en está encantadora ciudad.
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